La ventaja de volar desde Fukuoka es que el aeropuerto está a 5 minutos en metro de la estación del JR. 1.5 h después estabamos en Naha, recogiendo el coche de alquiler, esta vez sin pantalla tactil en el GPS japones (llevaba un mando a distancia) por lo que programar las rutas fue imposible.
Aunque la isla es grande, sólo presenta cierta dificultad en la capital (unos 200.000 h), el resto es bastante tranquilo. Estuvimos dando unas vuletas por la isla, la Villa Americana es justo eso: establecimientos tipicamente americanos, tiendas, centros comerciales, grandes aparcamientos, etc. También puedes comprarte algo con estética militar si te da ese arrebato. Al lado hay una bonita playa, pero las indicaciones sobre los numerosos animalitos marinos altamente peligrosos o mortales, nos desanimaron bastante.
El resto de la isla está plagado de pequeños parques temáticos, siendo el acuario el más importante de ellos, pero nos lo “convalidamos”. Hay un centro de lucha de búfalos, pero tampoco nos interesó tanto como para informarnos, paramos en él ya que quedaba de paso, no había búfalos, sólo una concentracion de coches macarras…
Siguiendo con el espiritu okinawes, la calle Kukasai Dori en Naha es un resumen de todo ello, la estética es muy particular, plagada de tiendas donde comprar los típicos dragones (muchos de ellos de plástico a precio de oro) o unos licores con serpientes en su interior. Los grandes rasgos del “Japon continental” brillan por su ausencia, limpieza, desarrollo y orden … pero dan paso a un sabor muy particular. No hay que llegar demasiado tarde, cuando empiezan a cerrar las tiendas no queda nada.
Nos surgió la pregunta de si había merecido la pena ir hasta allí, sinceramente no lo sé. La isla es curiosa, aunque si te haces la pregunta de ¿12.000 km para esto? no sabría que decir. Salimos rumbo a Ishigaki buscando nuevas emociones.
lunes, 24 de noviembre de 2008
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