lunes, 24 de noviembre de 2008

19 Ishigaki

A Ishigaki hay que llegar con las ideas bien claras, con seguridad serán unos días totalmente tranquilos. Decidimos no alquilar coche y con el ferry nos fuimos a hacer excursiones a un par de islas vecinas. Uno de las cosas a tener en cuenta es que el tiempo puede ser crucial.

Taketomi: es una islita que está a 10 minutos de Ishigaki, todo el mundo va en una excursión organizada, pero nosotros sólo compramos los billetes del ferry. Al llegar hacía un calor y una humedad bastante insoportables.

El pueblo que está en el centro de la isla, está sólo a 500 metros con una ligera pendiente, suficiente para llegar totalmente agotado. La mejor opción es alquilar una bicicleta, en nuestro caso uno de nosotros lo hizo, el otro optó por quedarse aletargado bajo una especie vegetal local (que no era un olivo), lo mejor hubiera sido haber llevado comida y bañador para pasar el día tirado en la playa, una playa expectacular y sin apenas gente… se respiraba una calma total.

Iriomote:

18 Okinawa Main Island

La ventaja de volar desde Fukuoka es que el aeropuerto está a 5 minutos en metro de la estación del JR. 1.5 h después estabamos en Naha, recogiendo el coche de alquiler, esta vez sin pantalla tactil en el GPS japones (llevaba un mando a distancia) por lo que programar las rutas fue imposible.

Aunque la isla es grande, sólo presenta cierta dificultad en la capital (unos 200.000 h), el resto es bastante tranquilo. Estuvimos dando unas vuletas por la isla, la Villa Americana es justo eso: establecimientos tipicamente americanos, tiendas, centros comerciales, grandes aparcamientos, etc. También puedes comprarte algo con estética militar si te da ese arrebato. Al lado hay una bonita playa, pero las indicaciones sobre los numerosos animalitos marinos altamente peligrosos o mortales, nos desanimaron bastante.

El resto de la isla está plagado de pequeños parques temáticos, siendo el acuario el más importante de ellos, pero nos lo “convalidamos”. Hay un centro de lucha de búfalos, pero tampoco nos interesó tanto como para informarnos, paramos en él ya que quedaba de paso, no había búfalos, sólo una concentracion de coches macarras…

Siguiendo con el espiritu okinawes, la calle Kukasai Dori en Naha es un resumen de todo ello, la estética es muy particular, plagada de tiendas donde comprar los típicos dragones (muchos de ellos de plástico a precio de oro) o unos licores con serpientes en su interior. Los grandes rasgos del “Japon continental” brillan por su ausencia, limpieza, desarrollo y orden … pero dan paso a un sabor muy particular. No hay que llegar demasiado tarde, cuando empiezan a cerrar las tiendas no queda nada.

Nos surgió la pregunta de si había merecido la pena ir hasta allí, sinceramente no lo sé. La isla es curiosa, aunque si te haces la pregunta de ¿12.000 km para esto? no sabría que decir. Salimos rumbo a Ishigaki buscando nuevas emociones.

17 Fukuoka

Esperabamos encontrar una ciudad moderna y dinámica, en reliadad es más ciudad que Nagasaki o Kumamoto, pero no tan moderna como imaginábamos.

El centro comercial Canal city, está entre lo moderno y lo lo hortera. Las tiendas y centros comerciales son los própios de una ciudad japonesa, se pueden encontrar casi de todo e incluso quedarte a vivir en uno de los internet cafés.

A lo largo del río frente a Canal City y en la calle principal hay unos pequeños puestos callejeros donde uno se puede sentar a tomar una cerveza y comer algo. Es una experiencia que no hay que dejar pasar, en cuanto te sientes serás la atracción y todo el mundo tratará de hablarte. Posiblemente ya hayan tomado varias bebidas alcoholicas por lo que la supuesta timidez japonesa se verá puesta en duda. En nuestro caso trataron de hablar con nosotor todas las personas que había, unas 7 u 8 personas y nos invitaron a probar algunas de las “delicatessen” locales, eso ya va en cuestión de gustos, pero voluntad no les faltó.

Nuestra idea de hacer noche en Fukuoka era para ir al día siguiente al festival Karatsu Kunchi Marsuri, a una hora/ hora y media en tren de Fukuoka. Un día después tomaríamos el avión hacia Okinawa.

16 Kagoshima

Hay dos cosas por las que íbamos a Kagoshima:

-el volcan Sakurajima que surge del mar justo delante de la ciudad y les amarga un poco la vida a los habitantes soltando cenizas. A nosotros nos pillaron unos días un tanto nublados que nos fastidiaba la vista del volcan, aunque la imagen matutina desde el onsen exterior del Shiroyama Kanko Hotel es una de esas para recordar.


- El festival de bailes Ohara Matsuri. Estos japoneses no dejan de sorprender y sus festivales tampoco, había leído algo pero no encontré nada de lo que esperaba. Teneis toda la descripción y algún video en la sección tradiciones.

15 Kumamoto

Ya estamos fuera de los circuitos turísticos y aquí empezaban realmente las dudas de si extender el viaje hasta Kyushu habría sido un acierto. La ciudad es muy agradable, tiene unas inmensas galerías (calles techadas, que ellos llaman arcadas) y se vuelve a percibir el aire de ciudad… otra vez los peinados extravagantes, las minifaldas y una sorpresa a cada paso. Con tiempo suficiente para ir de compras y curiosear en las tiendas… cualquier comercio puede ser interesante, aquí teneis algunas cosas que encontramos en una especie de droguería.
Desde Kumamoto alquilamos un coche para acercarnos al monte ASO, que está en la caldera volcánica más grande del mundo. Se puede subir al volcan y asomarse al cráter, donde hay un lago de un verde intenso que no deja de producir vapores. El cráter actual no es más que un punto en lo que debió ser, a pesar de eso es igualmente impresionante!. En una simple foto es bastante dificil apreciar las dimensiones reales.

Aunque se tarda algunas horas en llegar desde Aso a Beppu, ya que estábamos de ruta decidimos acercanos hasta esta ciudad en la costa Este de Kyushu. Es famosa por sus “onsen” (baños) e infiernos (aguas, lodos,etc calientes demasiado calientes para bañarse). Nos sorprendió el tamaño de la ciudad, pero gracias a la pantalla táctil del GPS en japonés llegamos directos. Visitamos un par de “infiernos” uno con un lago azul y otro rojo bastantes sorprendentes y otro con lodos hirviendo. Los han preparado un poco a modo de parque temático y no son tan auténticos como cabría esperar, pero al menos no se les ha ido la mano demasiado.

Una vista general de la ciudad permite ver monotones de chimenas echando vapores que salen directamente de la tierra. ¿Estos japones se han parado a pensar donde costruyen sus ciudades?
Como mandaba el guión fuimos a un onsen… que estuvo fenomenal, con baño de arena incluido. Para mi la gracias es más aquello de “enterrarte en la arena” que la sensación o el efecto que produce. Además de los baños interiores tenía unos baños exteriores de piedra bastante majos … que ya los pilláramos en Madrid .. entonces nos dimos cuenta de que eramos las únicas personas con rasgos occidentales. Beppu permite pasar varios días si tus pretensiones son las de ir de onsen en onsen, pero nosotros teníamos una cita ineludible al día siguiente en Kagoshima.

14 Nagasaki

Después de Hiroshima nos cuestionamos si merecería la pena ir a Nagasaki. Retrasamos la llegada por ese mismo motivo, la primera impresión es que se trata de una ciudad fea, sin demasiado interés…. cosa que confirmamos más tarde. A la mañana siguiente decidimos convalidarnos la visita al museo de la Bomba Atómica, tampoco había que autocastigarse.

Según la Lonley Planet, merecía la pena dar una vuelta por “La Colina de las casas Holandesas”. Y no es mas que eso … una colina llena de casas de madera de principios del siglo 20 pertenecientes a los extrangeros que se iban a hacer negocios y se establecían allí. Las casas se pueden visitar y permiten imaginar como serían en realidad, aunque tengan un cierto toque a parque temático.

Desde la colina, la vista es la mejor de la ciudad, pero empiezas a cuestionarte si merece la pena hacer 12000 km para eso. Despúes de esa reflexión salimos antes de lo previsto hacia Kumanoto.

13 Hiroshima


Al llegar a Hiroshima notamos que la vida es mucho más tranquila, sorprendentemente tranquila para lo que sería una ciudad de esas dimensiones. Las caras y la forma de vestir de la gente es menos sofisticada que en Tokio, eso se percibe desde el primer momento en que subimos al tranvía camino del hotel.

A la mañana siguiente tomamos el tren hacia la isla Miyajima, para algunos la mejor foto de Japon. Es reamente turistico, lleno de japoneses y pocos extrangeros. Después de las expectativas que nos habían creado los buenos comentarios, la isla nos dejo un poco fríos, tal vez por hacer comparaciones con otros paísajes que para nosotros habían sido más expectaculares, como el Fuji o los Alpes Japoneses.

Pero realmente merece una visita: intentar que no te roben la merienda los ciervos, subir al teleferico, saludar a los monos, dar unas las caminatas por el campo….

De vuelta a la ciudad la otra visita obligada es el Parque de la Paz y el museo de la Bomba Atómica. Como podeis imaginar salimos un poco “tocados”, después de ver unos cuantos objetos tal y como quedaron, fotos y videos. Recuerdo la foto de la sombra de una pesona impresa en unos escalones, la explosión le debió pillar allí sentado tranquilamente.

martes, 11 de noviembre de 2008

12 Takayama

Takayama es una pequeña ciudad al pie de los llamados "Alpes japoneses". Ha resultado ser mucho más auténtica que Kyoto, pese a que es bastante popular entre los turistas.

Sus casas de madera tienen encanto pese a que la mayor parte han sido reconvertidas en tiendas de recuerdos, otras son simples casas particulares. Nuestro alojamiento fue un típico Ryokan (Sumiyoshi), a destacar la autentica anfitriona muy simpatica y el olor a col que despredia el tatami, imagino por la humedad que le producía estar tan cerca del rio.

Mientras que en el barrio de Gion en Kyoto, se tiene la sensación de estar atrapado entre avenidas atestadas de coches, Takayama conserva un cierto espíritu a tradición, aunque no haya geishas.



Desde la ciudad se pueden hacer dos excursiones imprescindibles:


- Hirayu Onsen y Kamicochi que permiten tener unas imagines incleibles de los colores del Otoño (superaran todo lo imaginado). En Kamicochi se puede tomar el teleferico Shin-Hotaka Ropeway desde las vistas pueden ser impresionantes en un día despejado.

-Sirakawa-go, atestado de turistas japoneses, pero declarado merecidamente patrimonio de la humanidad.



Antes de ir pensaba que unas cuantas casas con los tejados de paja no podían ser para tanto, pero el entorno montañoso y lo bien conservado que está el pueblo hacen que sea muy agradable y merezca la pena hacer una visita.