Takayama es una pequeña ciudad al pie de los llamados "Alpes japoneses". Ha resultado ser mucho más auténtica que Kyoto, pese a que es bastante popular entre los turistas.
Sus casas de madera tienen encanto pese a que la mayor parte han sido reconvertidas en tiendas de recuerdos, otras son simples casas particulares. Nuestro alojamiento fue un típico Ryokan (Sumiyoshi), a destacar la autentica anfitriona muy simpatica y el olor a col que despredia el tatami, imagino por la humedad que le producía estar tan cerca del rio.
Mientras que en el barrio de Gion en Kyoto, se tiene la sensación de estar atrapado entre avenidas atestadas de coches, Takayama conserva un cierto espíritu a tradición, aunque no haya geishas.
Desde la ciudad se pueden hacer dos excursiones imprescindibles:
- Hirayu Onsen y Kamicochi que permiten tener unas imagines incleibles de los colores del Otoño (superaran todo lo imaginado). En Kamicochi se puede tomar el teleferico Shin-Hotaka Ropeway desde las vistas pueden ser impresionantes en un día despejado.
-Sirakawa-go, atestado de turistas japoneses, pero declarado merecidamente patrimonio de la humanidad.
Antes de ir pensaba que unas cuantas casas con los tejados de paja no podían ser para tanto, pero el entorno montañoso y lo bien conservado que está el pueblo hacen que sea muy agradable y merezca la pena hacer una visita.
martes, 11 de noviembre de 2008
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